El consumo de carne de pollo se ha disparado en las últimas dos décadas debido a su gran aporte nutricional y a su ajustado precio.
No obstante, ¿podemos decir que es la carne más saludable? Para responder esta pregunta debemos conocer primero qué nutrientes ingerimos en cada bocado de este alimento.
¿Qué nutrientes aporta la carne de pollo?
La carne de pollo se compone de un 75% de agua, en torno al 20% del producto son proteínas y tan solo un 5% del total son grasas.
Además, cuando consumimos pollo también adquirimos minerales esenciales para el funcionamiento de nuestro organismo, entre los que destacan hierro, zinc, magnesio, selenio, cobalto y cromo, así como distintos tipos de vitaminas que, aunque no aportan energía, resultan imprescindibles para mantener una alimentación saludable.
Beneficios de la carne de pollo
La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la ingesta de carnes blancas o magras entre tres y cuatro veces por semana aludiendo a su bajo aporte calórico y a su escaso porcentaje graso pero, además, la carne de pollo es saludable porque:
Las proteínas que aporta son de excelente calidad
Es por este motivo que el consumo de carne de pollo está tan presente en las dietas que siguen los deportistas, ya que necesitan una fuente de proteínas que les permita recuperar y desarrollar los músculos sobreexpuestos durante el ejercicio en poco tiempo.
Las etapas de desarrollo también acusan una fuerte necesidad de ingerir proteínas, por lo que es muy recomendable que los niños, adolescentes e incluso las mujeres embarazadas consuman carne de pollo.
Las grasas presentes en la carne de pollo son saludables
Aunque la carne de pollo tiene muy bajo porcentaje graso, es necesario destacar que las grasas que contiene no son dañinas, ya que contienen ácido linoleico, un tipo de grasa esencial que no puede producir el organismo por sí mismo y que es necesario para el correcto funcionamiento del corazón.
Contiene triptófano, un antidepresivo natural
La alta proporción de este aminoácido en la carne de pollo incrementa los niveles de serotonina en el cerebro, más conocida como la hormona de la felicidad. La serotonina regula el estado de ánimo, mejora la calidad del sueño y tiene efectos tranquilizantes, además de ayudar a la estabilidad emocional.
Activa tu metabolismo gracias a la vitamina B6
Esta vitamina estimula las reacciones metabólicas de las células por lo que, al consumir carne de pollo, estamos contribuyendo a que nuestros vasos sanguíneos se mantengan despejados, además de que un metabolismo activo ayuda a la quema de grasas.
Protege tus huesos
Las proteínas de la carne de pollo vuelven a ser las protagonistas, ya que estos nutrientes ayudan a mantener una adecuada densidad ósea y de los tejidos en general, por eso, y como consecuencia, ayudan a prevenir la aparición de enfermedades como la osteoporosis o la artritis.
¿Cómo influye el cocinado en los valores nutricionales de la carne de pollo?
Sin importar el tipo de alimento que estemos cocinando, la temperatura y la técnica que empleemos van a afectar en mayor o menor medida al producto que finalmente consumiremos en cuestiones nutritivas y calóricas.
En este sentido, hay que tener en cuenta que aunque algunos nutrientes se perderán en el proceso de cocinado (especialmente las vitaminas hidrosolubles y liposolubles), podemos conseguir una carne de pollo cocinada y saludable.
Las mejores técnicas para cocinar el pollo son al horno, a la plancha, al vapor y al microondas aunque, si no dispones de mucho tiempo para cocinar, siempre puedes confiar en los productos avícolas de Cascajares, que además de sanos ¡están buenísimos!
Entonces, ¿es el pollo la carne más saludable?
Definitivamente podemos decir que la carne de pollo es de las más saludables, aunque compite muy de cerca con las demás carnes blancas, como el pavo.
